La Concatenación del Arte y la Revolución
Esto es precisamente lo que está en juego cuando se „integra“ a las masas por medio del arte, no solamente desde Riefenstahl hasta la contemporánea producción de masas, sino que ya aparece conceptualizado por Wagner y Lunacharsky. Este tipo de conjunción integradora de la masas y el arte no genera conjuntos de singularidades, no organiza concatenaciones que busquen cambiar las circunstancias de producción. En su lugar elimina las diferencias, territorializa, segmenta y estría el espacio, logrando una uniformidad en las masas a través de los medios del arte. En su ensayo, Lunacharsky incluso llega a expresar su entusiasmo por este esfuerzo unificado bajo el espíritu de la paz mundial: „Tan solo piensa en el carácter que tomará nuestra festividad cuando, por medio de la Instrucción Militar General, creemos masas que se muevan rítmicamente miles y cientos de miles de personas – y no solo una multitud, sino una estrictamente regulada, colectiva, pacífica armada sinceramente poseída por una única y definitiva idea“. Unos diez años después, particularmente en contra del éxito de los eventos masivos de los fascistas, Benjamin escribirá lacónicamente: „Todos los esfuerzos para hacer que la política sea estética culminan en una sola cosa: guerra“. Y la idea de Wagner de una confusión totalizadora del arte y la vida lleva exactamente ese camino – también como precursor de posteriores conceptos totalitarios: „Las tragedias se convertirán en celebraciones de la humanidad; liberadas de toda convención y de toda etiqueta, el ser humano libre, bello y fuerte celebrara las delicias y los sufrimientos de su amor en ellas, llevando a termino el gran sacrificio del amor con su muerte en dignidad y sublimidad“.
Contrario a esos modelos de una total confusión entre el arte y la vida, este libro investiga las prácticas, aquellas que emergen en zonas vecinas, en las que las transiciones, los solapamientos y las concatenaciones de arte y revolución se hacen posibles por un tiempo limitado, pero sin síntesis ni identificación. Todas las prácticas de , o en , secuencia, desde la metamorfosis desde artista a político-artista de Gustave Courbet en la Comuna de París a los continuos paseos de los Situacionistas tomados como planes contrarios al diseño patrón de una síntesis entre el arte y la vida. Lo mismo podría apuntarse para la presumida subordinación, la jerarquía de la revolución y el arte en el Soviet Proletkult, o la inconmensurable yuxtaposición del arte y la revolución, tal y como ocurrió en la colisión entre el Accionismo Vienés y los estudiantes activistas del 1968 como una concatenación negativa.
Lo que queda por debajo de este tipo de „secuencias“, „jerarquías“ y „yuxtaposiciones“ son los solapamientos temporales, los intentos micropolíticos en la concatenación trasversal de als máquinas artísticas y las máquinas revolucionarias (…)
Raunig Gerald, Art and Revolution. Transversal Activism in the Long Twentieth Century. the MIT Press, 2007.
Esto es precisamente lo que está en juego cuando se „integra“ a las masas por medio del arte, no solamente desde Riefenstahl hasta la contemporánea producción de masas, sino que ya aparece conceptualizado por Wagner y Lunacharsky. Este tipo de conjunción integradora de la masas y el arte no genera conjuntos de singularidades, no organiza concatenaciones que busquen cambiar las circunstancias de producción. En su lugar elimina las diferencias, territorializa, segmenta y estría el espacio, logrando una uniformidad en las masas a través de los medios del arte. En su ensayo, Lunacharsky incluso llega a expresar su entusiasmo por este esfuerzo unificado bajo el espíritu de la paz mundial: „Tan solo piensa en el carácter que tomará nuestra festividad cuando, por medio de la Instrucción Militar General, creemos masas que se muevan rítmicamente miles y cientos de miles de personas – y no solo una multitud, sino una estrictamente regulada, colectiva, pacífica armada sinceramente poseída por una única y definitiva idea“. Unos diez años después, particularmente en contra del éxito de los eventos masivos de los fascistas, Benjamin escribirá lacónicamente: „Todos los esfuerzos para hacer que la política sea estética culminan en una sola cosa: guerra“. Y la idea de Wagner de una confusión totalizadora del arte y la vida lleva exactamente ese camino – también como precursor de posteriores conceptos totalitarios: „Las tragedias se convertirán en celebraciones de la humanidad; liberadas de toda convención y de toda etiqueta, el ser humano libre, bello y fuerte celebrara las delicias y los sufrimientos de su amor en ellas, llevando a termino el gran sacrificio del amor con su muerte en dignidad y sublimidad“.
Contrario a esos modelos de una total confusión entre el arte y la vida, este libro investiga las prácticas, aquellas que emergen en zonas vecinas, en las que las transiciones, los solapamientos y las concatenaciones de arte y revolución se hacen posibles por un tiempo limitado, pero sin síntesis ni identificación. Todas las prácticas de , o en , secuencia, desde la metamorfosis desde artista a político-artista de Gustave Courbet en la Comuna de París a los continuos paseos de los Situacionistas tomados como planes contrarios al diseño patrón de una síntesis entre el arte y la vida. Lo mismo podría apuntarse para la presumida subordinación, la jerarquía de la revolución y el arte en el Soviet Proletkult, o la inconmensurable yuxtaposición del arte y la revolución, tal y como ocurrió en la colisión entre el Accionismo Vienés y los estudiantes activistas del 1968 como una concatenación negativa.
Lo que queda por debajo de este tipo de „secuencias“, „jerarquías“ y „yuxtaposiciones“ son los solapamientos temporales, los intentos micropolíticos en la concatenación trasversal de als máquinas artísticas y las máquinas revolucionarias (…)
Raunig Gerald, Art and Revolution. Transversal Activism in the Long Twentieth Century. the MIT Press, 2007.