Mi baronesa será Freifrau Dandy, será reina dadá, efímera, como las siamesas. Mi catamarán estará lastrado con tres kilos más de poliéster y unos tantos gramos de fibra de vidrio. La patente quedará salpicada por chorretones transparentes. Siempre acabo chorreándolo todo. ¿Por qué será?

Aguanto el calor a duras penas e intento nadar cada mañana antes de que las garzas, que a cada minuto son más, asomen sus ávido ojillos entre las rocas. Suena la música desde Francia, desde Alemania, Holanda o Dinamarca, nunca desde aquí­ cerca. Y eso me gusta.

Leo a Armand Robin aunque su lucidez a veces me aplasta: “Repite, repite, repite. ya no eres más que repetición de todas esas palabras muertas… No somos más que “hombres-cosas” en tiempos de inaudita mudez… el hecho de que millones de hombres sean asesinados por una muerte de la que ni siquiera se dan cuenta, por una muerte que los deja aparentemente vivos, autómatas de la persona espontánea que fueron, decapitados y desensibilizados; el hecho de que no se dice a los hombres que la muerte en vida a ellos destinada en este tiempo es una muerte que no se parecerá a la muerte, pero los cadaveriza más mortalmente, ese hecho es el único hecho”.

Y me alegra que también me hayan regalado la patafísica y las especulaciones de Alfred Jarry. Donde he descubierto la verdadera esencia de mi G, una espiral, si es que se escribe como se debería escribir. La G. de Gidouille: Gidouille es la molécula de ADN de la que nace la vida, Gidouille es también el esterilizador que la impide crecer. Del caracol del oído interno al germen de la averja, de la concha naútica a la disposición de las pepitas de girasol gigante, de los foraminíferos, esos caracólidosmicroscópicos que constituyen acantilados de tiza, a la implantación del cabello en la cima del cráneo, del cristal de polioximetileno a la tela de araña no medicada, ninguno de los tres reinos escapa al torbellino de la Gidouille. Ahí­ es de donde viene mi G.

Y de todo lo que Gidouille es, me quedo con el peregrinaje del alma y sigo preguntándome que tendrá todo esto que ver con la potencia gaudendi, por que la verdad, que eso de ser reducida a ser un cuerpo siempre farmacopornográfico y formar parte, sin previo aviso, del burdel-laboratorio global integrado multimedia, y encima estar controlada por una forma pop de excitación-frustración, me da un mal rollo que ni te cuento!… entre el Robin y la Preciado van a acabar conmigo… menos mal que aun nos queda Jarry y por supuesto mi querida baronesa reina, ahí­ es nada.