La señorita Nancy Cunard nació aristócrata, murió en un hospital de caridad incapaz de recordar su propio nombre. Se educó entre la alta alcurnia y los intelectuales que frecuentarán esas altezas, Huxley entre otros. Se fugo diciendo “Negro man and white lady ship“. El afortunado, un miembro de la banda de jazz del Hotel Savoy londinense. Extravagante llevaba siempre los brazos cubiertos de pulseras, un maquillaje extremadamente blanco, los labios casi negros y un pelo corto y ondulado. Preservo su elegancia toda su vida y fue, como muchas otras, tan sólo fiel a sí­ misma.
La leyenda, como todas, exhibicionismo, sexualidad abierta, vociferada y, por supuesto, promiscua, borracheras sonadas, fatalidad, peleas sonadas. Escribirá, como sistema de vida, apasionadas denuncias a los jefes de estado, frente a cualquier injusticia.
Louis Aragón, quien casi se suicida por el amor de Cunard, intentó sacarla del hospital Saint Clements donde la encerraron cuando andaba ya perdiendo una razón que habrí­a de caber en sus escasos 26 kilos. De poco sirvió. El 16 de marzo de 1965 morirá en el hospital Cochin de Paris, sola, delirante y, ya se ve, hecha una raspita. Coherencia hasta el final, eso sí­ es aristocracia.