Interpretamos el término sinsombrerismo mediante el sincretismo originado a partir de un sintagma modal sin sombrero, tal y como analiza M. Lang (1992: 81) a propósito del término que habrí­a servido de modelo, por analogí­a, sincorbatismo.

En realidad, ya se encuentra en Pí­o Baroja (c. García Gallarí­n, 1998: 26). Hay que situar su aparición en el contexto sociológico de principios del siglo XX en donde cobra toda su vigencia, como podemos deducir de las indicaciones de R. Lapesa:

Los poetas de la generación del 27; según pelí­culas grabadas entonces, se quitaban el sombrero al saludarse unos a otros, con ceremoniosidad hoy desacostumbrada. El sombrero de copa o chistera no se usaba ya sino en solemnidades, como complemento al traje de etiqueta; el sombrero hongo, de copa redondeada, no pudo competir con el flexible, de fieltro, más cómodo y confortable a los cambios de la moda y al gusto personal del usuario. Obreros y menestrales se cubrí­an con gorras y con boinas, carentes de copa unas y otras. El sinsombrerismo empezó entre la juventud y en el desahogo veraniego, pero cundió rápidamente según fueron llegando la amenaza y la efectividad de la guerra incivil. (1996: 363)

Si llevar sombrero es, como apunta Marcelino Cotilla Vacas en su artículo “Evolución y ocaso de una moda también morfológica y léxica: el sinsombrerismo“, significa preservar ciertas ideas, sean estas las que sean, que se delatan en el diseño y la categorí­a sombreril, no llevar sombrero, al menos en los años 30 significaría dejar las ideas al viento, libres e incluso desordenadas, significaría pues, ser lago parecido, o directamente igual, a un anarquista.

Pero, por otra parte, el sinsombrerismo se extendió en los años 30. La duda que nos viene a la cabeza es si ellas, “las sin sombrero”, las modernas que no quisieron, en un dandyficado gesto, pasar por el encorsetado cliché de indumentaria que toda señorita bien de los años 20 nacionales habrían de observar, fueron, o podrí­an leerse como, las auténticas precursoras de esta extendida moda que anunciaba unos poquitos años de cierta libertad, de pensamiento y de acción. Estamos intentando rescatar a estas “sin sombrero”, pero por el momento valga este artículo visual para arrancar a contextualizar el asunto.

Antes de terminar voy a ver que pone, si lo pone, en la DRAE:

NO VIENE NI SINSOMBRERISMO NI SINCORBATISMO

Pero si uno pone sinsombrerismo en la web salen cositas interesantes que corroboran la tesis ahora mismo expuesta: Del sinsombrerismo a la fábrica de sombreros, que así­ de modo semiautomático resulta que me instruye en otro de los hilos sueltos de toda mi vida y me lleva del dandysmo a la ocupación sin perder la compostura, que, como todo el mundo sabe, es lo más importante de todo.

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