„The Roof is on Fire“
Junio 1994. 22o adolescentes se encuentran en 100 coches en un garaje sobre un tejado de Oakland, California. Se reunen para hablar „abiertamente“, con un tema predeterminado pero sin guión alguno. Como en los salones del siglo XVII. Ciertos códigos de sociabilidad implícitos para no acabar a balazo limpio y alguna que otra cortesía. La variación, los media, un montón de público, que sólo va a mirar, aunque puede hacerlo mientras ronda entre los coches, y un montón de cámaras y operadores de televisión. La cobertura mediática es brutal, es, de hecho, parte de la obra como „pieza de arte contemporáneo“, de arte público, para ser más precisos en las categorizaciones.
Los temas a tratar: sexo, violencia y roles de genero.
TheRoofisonFire es un performace que culminó una serie de actividades colaborativas entre la artista SuzanneLacy y ChrisJohnson, la artista y productora AnniceJacoby, algunos profesores de Institutos públicos del disctrito de Oakland, y un grupo de jóvenes de ese mismo distrito. Todos juntos trabajaban bajo el nombre de TEAM (Teens+Educators+Artists+Media Makers). Además será la primera de una serie de proyectos a gran escala de TEAM que se desarrollaron entre 1991 y 2000, incluyéndose en estos: Youth, Cops, and Videotape, un vídeo de un taller que aun hoy emplea en la policía local para su entrenamiento. La idea, o la esperanza de Lacy en todos estos proyectos será dar cierta voz, y como quien dice „empoderamiento“ a los jóvenes, casi siempre marginales, de Oakland, generar cierto impacto el las políticas sociales y poner en entredicho los usos habituales de los media y su afán por construir „estereotipos“ de blackys peligrosos y chicanosdesastrados.
En „Cultural PilgramesandMetaphoricJourneys“ (1993), Lacy ha definido su trabajo como „nuevo genero de arte público“, como „un modelo de arte que usa tanto los medios tradicionales como los no tradicionales para conectar e interactuar con una audiencia más diversificada y más amplia y tratar temas directamente relevantes para sus vidas . . . basando toda la acción en cierta idea de compromiso (engagement)“.
En esta pieza, y por un tiempo limitado, los adolescentes de Oakland, afroamericanos y latinos, pudieron tomar cierto control de la imagen que proyectaban en los media. Hasta ese momento, y, me temo, después de ese momento, los adolescentes solían aparecer en alguna revuelta callejera, rompiendo escaparates o como amenaza permanente a la „paz comunitaria“. Ayer, pasados ya casi diez años de la performace comunitaria Adrian Kirk, coordinador del departamento „Family and Commnity“ del distrito escolar de Oakland y Moira Roth, historiadora del arte y muy amiga de Lacy, compartían incredulidades. La segunda ante las tasas de violencia y el panorama, francamente desolador, de este distrito escolar, el primero ante el poder de convocatoria, la osadía, y las buenas intenciones de esta pieza de la que, todo hay que decirlo, nada sabía.
Lo peor, la cara de desolación de Moira Roth, estandarte donde los haya en la creencia de que el arte comprometido cambia realidades sociales, en general, y en que la obra de Lacy ha cambiado muchas, en particular. Su insistencia en que la artista seguía manteniendo una amistosa relación, más o menos próxima, con muchos de los adolescentes participantes en la obra de poco o de nada le sirvió. Al final había cierta frustración, cierta claudicación ante la evidencia de los hechos. 200 muertos anuales, casi todos adolescentes, muchos gang members, son muchos muertos en un distrito que uno puede recorrer de extremo a extremo en bicicleta.
Pero, y esto es lo mejor, es que al apuntar a tendencias sociales de carácter ya no solo local, sino nacional, la percepción mediática de los vecinos de los barrios más marginales y pobres del país como una suerte de raza de amenazantes outsiders, la pieza Roof podría estar adelantando, o al menos, generando un modo de hacer que pueda ser „copiado“ o extrapolado a una acción social más efectiva. Adrian Kirk, quien habrá de diseñar algun plan de acción, lo más eficaz posible, para solventar muchas de las situaciones familiares locales, parece ser, contactará a Lacy, quizá no tanto para hacer otra „pieza artística“, sino tal vez para que le inspire y pueda, el solito y su equipo, hacer alguna otra acción, ya no se bien si artístcia o no, que vaya mejorando la situación. El tipo la verdad sorprendía por su sentido positivo, y llego a decir que estabamos viviendo un momento muy similar aquel vivido en los 60 con las movilizaciones en pro de los derechos civiles, esto es, que si se hacían bien las cosas se podría cambiar mucho el panorama de los afroamericanos y chicanos en los Estados Unidos. Huelga decir que si esto se consigue a Moira, y claro está, a mi también, se nos cambirá la cara; y si esto no llega a suceder, al menos, el simple hecho de intentarlo, y de que tal intento sea quizá orquestado por Suzanne Lacy, hace que, muchos de los discursos de arte comunitario, arte público, estética dialógica, y hasta etética modal, tengan, o vayan teniendo, algun fuste (que diría mi madre)