… es frecuente encontrar en ciertos filósofos un gesto sobresaliente, caracterí­stico de su escritura: una conducta de pensamiento, una manera de moverse, de portar y mostrar sus ademanes reflexivos, una forma particular de presentarse que tiene resonancias en ciertas artes y oficios. Para dar algunos ejemplos, se me ocurre que Kant podrí­a ser un filósofo-arquitecto, Hegel un juez de la Suprema Corte de Justicia, Deleuze un alquimista y orfebre, Spinoza un bordador, Nietzsche un agricultor (y a la vez un mago), Heidegger un guardabosques, Rosenzweig un antropólogo forense, Bachelard un poeta, Heráclito un bailarí­n, Parménides un fotógrafo (o editor de cine), Sócrates un maestro disidente, Platón un dramaturgo, Aristóteles un estadista, Diógenes de Sí­nope un performancero (y padre de la resistencia creativa), Arendt una inmigrante ilegal, Levinas un maestro talmúdico, Buber un inspirador del mayo francés, Derrida un inventor y Foucault un zahorí­. Prefiero no pensar en los policías, soldados o mercenarios, o en los funcionarios de la filosofí­a en general. Dentro de esta (como todas, arbitraria) clasificación, Benjamin aparecerí­a como un filósofo-coleccionista.

Silvana Rabinovich: Walter Benjamin: el coleccionismo como gesto filosófico

(…) Benjamin repetía las verdades marxistas –«la burguesí­a… está condenada a perecer debido a las contradicciones internas que la aquejan y que se volverán mortales según se vayan desarrollando»– sin haber leí­do a Marx. «Burgués» siguió siendo su insulto para un estado de ánimo ­materialista, carente de curiosidad, egoí­sta, orgulloso, y sobre todo, ridí­culamente satisfecho de sí­ mismo­ al que era visceralmente hostil. Proclamarse comunista era un acto de elección de bando, moral e históricamente, contra la burguesí­a y contra sus propios orí­genes burgueses. «Hay algo… que nunca se puede reparar: el no haber escapado de los padres de uno», escribe en Dirección única (…)
Coetzee: Las maravillas de Bejamin

(…) La práctica del artista, su comportamiento como productor, determina la relación que mantiene con su obra. Dicho de otra manera, lo que el artista produce en primer lugar son relaciones entre las personas y el mundo
Estética Relacional (p. 51)

El totalitarismo busca sistemáticamente instaurar una forma de inmovilismo temporal, uniformar o colectivizar el tiempo vivido, fantasma de eternidad que apunta, en primer lugar, a estandarizar y controlar comportamientos. Foucault insistía en que el arte de vivir se oponí­a a „todas las formas ya presentes o amenazadoras de fascismo“

En relación ala discusión del concepto de arte expandido, una posición de „outsider“ es imposible, y mucho más cuando se refiere a expresiones artí­sticas tipo „escultura social“ o formas de arte en las que el artista es un instigador de la relación del arte y su entorno. Es imposible participar y permanecer fuera al mismo tiempo.
Jorgen Svenson: Four Projects (p. 53), con relación ala obra F.ART