Normalmente no suelo contar lo que hago. Pero hoy tengo que contarlo pues estoy feliz como una perdiz. Es una tonterí­a pero he descubierto el método más cómodo y mágico para irme cada día a la ciudad. Llegas al pantalán y esperas educadamente. Todo el mundo está de buen rollo. No se si es la cortesí­a o el paisaje. Mucho frío, muy intenso bajo un sol cegador. Una extraña y completa sensación. La Bahía frente a ti, igualmente helada y soleada. Son la ocho de la mañana y la gente espera para hacer su „commute“ cotidiano. Lo mismo hago yo, aunque aun no cotidianamente. Y luego sube uno y se va a trabajar en barco, en barco!!! y con la bici puesta en la popa, en unas barritas diseñadas al efecto. Parecen los mundos de yupi. Todo el mundo esta sereno y se deja arrullar por el sol. Cualquiera dirí­a que son las ocho y que vamos a down town a currar (unos más que otros claro está). Luego llegas a la ciudad y subes todo Mission up, todo up hasta el Moma que está en Mission con la 3rd. Aquí­ el Moma no lo abren hasta las 11, no se agotan mucho, y cuesta la escalofriante cifra de 15 dolares. Como los martes primeros de cada mes es gratis pues me esperaré a tal fecha. En cualquier otra ciudad del mundo quizá hubiera pacientemente esperado y entrado y pagado y todo eso, pero aquí­ no, el encanto de San Francisco no se puede enlatar en las salas de una institución. Mejor sentarse en un café y ver pasar al personal, desde la dama de Dior hasta la baglady más miserable en un mismo encuadre en la calle Market, un poquito más arriba de la third. Se nota no?, estoy feliz como una perdiz….
Normalmente no suelo contar lo que hago. Pero hoy tengo que contarlo pues estoy feliz como una perdiz. Es una tonterí­a pero he descubierto el método más cómodo y mágico para irme cada día a la ciudad. Llegas al pantalán y esperas educadamente. Todo el mundo está de buen rollo. No se si es la cortesí­a o el paisaje. Mucho frío, muy intenso bajo un sol cegador. Una extraña y completa sensación. La Bahía frente a ti, igualmente helada y soleada. Son la ocho de la mañana y la gente espera para hacer su „commute“ cotidiano. Lo mismo hago yo, aunque aun no cotidianamente. Y luego sube uno y se va a trabajar en barco, en barco!!! y con la bici puesta en la popa, en unas barritas diseñadas al efecto. Parecen los mundos de yupi. Todo el mundo esta sereno y se deja arrullar por el sol. Cualquiera dirí­a que son las ocho y que vamos a down town a currar (unos más que otros claro está). Luego llegas a la ciudad y subes todo Mission up, todo up hasta el Moma que está en Mission con la 3rd. Aquí­ el Moma no lo abren hasta las 11, no se agotan mucho, y cuesta la escalofriante cifra de 15 dolares. Como los martes primeros de cada mes es gratis pues me esperaré a tal fecha. En cualquier otra ciudad del mundo quizá hubiera pacientemente esperado y entrado y pagado y todo eso, pero aquí­ no, el encanto de San Francisco no se puede enlatar en las salas de una institución. Mejor sentarse en un café y ver pasar al personal, desde la dama de Dior hasta la baglady más miserable en un mismo encuadre en la calle Market, un poquito más arriba de la third. Se nota no?, estoy feliz como una perdiz….