El objetivo de Landes es proveernos de una interpretación de la génesis de la esfera pública moderna desde una perspectiva feminista. La revisión se centra en el periodo correspondiente a lo que podrí­amos llamar „periodo clásico de la esfera pública burguesa“, entre 1750 y 1850. Su intento cosiste en la reconstrucción de la teorí­a de la esfera pública desde el punto de vista, según ella ventajoso, del feminismo y de las mujeres. Esta reconstrucción implica repensar las relaciones entre la historia y la teorí­a, entre la teorí­a y la representación simbólica, entre esta misma representación simbólica y la acción. Los textos teóricos entran en la historia como una suerte de fuerzas que pueden ser contemporáneas a su edición o posteriores. Además suelen servir para modelar la representación simbólica. Las teorí­as no son más que representaciones. Para dramatizar esta idea podrí­amos hablar de que nos proveen de ciertos „guiones“ de acuerdo a los cuales la acción humana acaba sucediendo, y los hombres actuando. Pueden jugar un rol más o menos variable en la re-codificación, o codificación, de los sistema de representación simbólica precedentes, tal y como podrí­a ejemplificar el modo en el que Rousseau y las imágenes Roussonianas sirvieron para el movimiento revolucionario francés. Todo texto es siempre parte de un contexto y el contexto queda interiorizado en el texto. La teorí­a pertenece a la historia y la historia a la teorí­a.

Las representaciones simbólicas organizan las acciones simbólicas. Tal y como Marshall Sahlins propone, son „riesgos“ en acción. Una acción nunca puede ser conceptualizada separada del uso que hace de las representaciones. La cuestión no se limita a la mera simbolización (incluyendo la teorí­a) versus la acción sino que será más bien la conjunción de ambas, simbolización y acción. La representación, la acción y la teorí­a irán de la mano todo el texto.En 1785 David pintará „El Juramento de los Horacios“ como una prefiguración de la problemática esfera pública burguesa y su representación de la mujer. Igualmente la pelí­cula „La noche de Varennes“ muestra la transformación de nuestra comprensión del Antiguo Régimen. Podemos criticar tales representaciones pero no escapar de las mismas. También hay procesos paralelos, y procesos secuenciados. Contemporáneos a la Revolución Francesa, Mary Wollstonecraft y Edmund Burke escribirán sobre la misma sin repercutir en absoluto en su marcha, pero estos procesos paralelos de la Revolución y la reacción británica ante la misma podrí­an converger, tal y como lo harían el feminismo y la sociedad burguesa. Landes quiere ejemplificar estas posibilidades sin quemarlas en su análisis.

En la primera parte del libro es tratarán las dinámicas de la representación en el Antiguo Régimen. La influencia de las mujeres de las élites en la esfera pública aristocrática, sobretodo su role en el modelado de del discurso público y y del comportamiento público que se yuxtapone al mundo icónico de la corte absolutista. Landes argumenta que los salones urbanos se transformarán en una esfera pública alternativa para la producción cultural dentro dentro del absolutismo tardí­o. también localizar extremo manierismo de las salonniers como uno de los aspectos dominantes de primitivo sistema de representación de la Francia moderna que valoraba sobre todas las cosas las maneras y el artificio sobre los medios y los objetivos de la representación. Podemos observar como las quejas de los hombres contra el poder social de las mujeres y la evasión de la vida doméstica se unen con las preocupaciones sobre la excesiva estilización del discurso y sobre los efectos „debilitadores“ o castradores del poder de la monarquí­a. Montesquieu servirá como ejemplificación textual de las nuevas visiones de la relación directa que se comenzará a establecer entre la domesticidad de las mujeres y el orden político.

La asociación compleja entre e lenguaje, el genero y la polí­tica establecerán el escenario para el capí­tulo 2 de la emergencia dentro del absolutismo de lo que Habermas llama la clásica esfera pública burguesa de oposición. Expando la visión habermasiana con un cambio en los sistemas de representación que se alejan de lo icónico del „padre-rey“ para simbolizar lo político: por ejemplo, un sistema de representación mucho más abstracto basado en la escritura, la ley, el discurso y su proclamación. Considero el impacto de la imprenta en la revolución y en el ethos de los individuos y en la construcción del interior burgués. Me pregunto en torno las preferencias de género de aquello que habitan la esfera pública burguesa y propongo que las categorí­as centrales del pensamiento burgués -la razón universal, la ley y la naturaleza – están embebidas en un orden ideológico sancionador de la diferencia de genero y de las esferas públicas vs. privada que sirve como base a la geografí­a institucional y cultural de la esfera pública. Finalmente me ocupo del role de la mujer en los salones del siglo XVIII y su impacto en la ficción epistolar y su lugar en la prensa de oposición del antiguo Régimen francés. Una breve introducción a la exploración de Rousseau a la activa textualización de la vida -la producción, distribución y circulación de textos- dentro de la esfera pública de oposición del siglo XVIII sigue en el Capí­tulo 3 donde se discute en extensión la gran aversión que Rousseau profesaba a las mujeres públicas. Oriento mi lectura Roussoniana al profundo cambio desde lo icónico y lo espectacular de la vida pública a la textualización de un nuevo orden simbólico. Landes se preocupa especialmente de las mecánicas por las que Rousseau consigue el soporte, el apoyo, de las mismas mujeres para su proyecto de ensalzamiento de la vida doméstica, esto es, dilucidar esto teniendo en cuenta que Rousseau escribí­a para las mujeres y no sólo sobre las mujeres. Finalmente, propongo que la figuración de las mujeres que encontramos en los textos de Rousseau son constitutivos de la organización de la vida pública y de la vida doméstica en el mundo post-revolucionario de la propiedad burguesa.

La segunda parte del libro se encargará del destino de las mujeres y el feminismo en la esfera pública burguesa. El capí­tulo 4 se propone la lucha por la autoría que seguirá ala muerte del rey; me pregunto quien puede ser incluido en „la gente“ („the people“) como autores de la revolución, especialmente una vez que aquellos que habitan los márgenes comienzan a reclamar que los principios de la revolución habrí­an de ser extendidos a su conclusión lógica. Comenzando con una lectura de la pelí­cula „La Noche de Varennes“ en las que me ocupo de la ambivalente implicación de las mujeres en el cambio dramático en la vida cultural y polí­tica que acompañará la caí­da del patriarcado. Contra el cambio desde el liberalismo al republicanismo dentro de la Revolución, leo el discurso sobre los derechos de las mujeres producido por el Marqués de Condorcet, Olympe de Gouges, Etta Palm d´Aelders, Theodor Gottlieb von Hippel y Mary Wollstonecraft . También repaso el role de las mujeres en la revolución, desde la dramática marcha sobre Versailles hasta su participación en los clubs revolucionarios, en las sociedades, en la prensa, y finalmente la Sociedad de las mujeres Republicanas Revolucionarias – una nueva organización radical de todas las clases sociales de mujeres comprometidas con el programa del Terror que existirá durante los puntos álgidos de la revolución popular de Parí­s y cuya supresión originó la prohibición de cualquier, y de toda, actividad polí­tica desarrollada por mujeres. Me niego a aceptar que este resultado fue inevitable, más bien me pregunto como fue que las mujeres revolucionarias (como mujeres polí­ticas) se convirtieran en algo „no-natural“ durante la revolución. Yo muestro las representaciones que se harán de las mujeres como frí­volas, desordenadas, engañosas, y sexualmente peligrosas que saldrán a la superficie durante la revolución, y tengo mucho cuidado de distinguir la división de clases que separaba a las mujeres en este tiempo. En suma, quiero mostrar que la república se construyó contra la mujer, y no simplemente sin ella.

En el capí­tulo 5 desarrollo una discusión más sistemática de los resultados de la revolución y de los cambios en las representaciones simbólicas de las mujeres producidas en la Revolución, por ejemplo, la Libertad pero también la vida domestica y publica reflejada en el juramento de los Horacios. La retórica visual de David simboliza la oposición entre la familia y el estado, la vida pública y la privada, caracterí­sticas de la nueva república. La libertad figura como una representación de hasta que punto las relaciones de género se habrí­an de someter al orden de la República. Todaví­a la mujer pública y su sexualidad amenazante de o para la comunidad armoniosa de la república dicotómica. Me pregunto, así­, como operó la virtud dentro del lenguaje y las prácticas de la maternidad en la república – y considero la posibilidad de que las mujeres polí­ticas y las feministas compartían un discurso común con sus hermanos republicanos.

En el capí­tulo 6 contrasto el positivismo filosófico de August Comte con el feminismo socialista de Flora Tristan a la luz del revi

val de la actividad feminista de 1830 y 1840 y las barreras legales de la libertad de las mujeres resultantes del Código Civil Napoleónico en Francia. El género se hará una categorí­a relevante en la vida cotidiana precisamente tras la Revolución Francesa. De hecho, la domesticidad, la maternidad exaltada y el feminismo serán resultantes interrelacionados de la transformación de la esfera pública aristocrática.

Concluyo el trabajo con ciertas reflexiones en torno a la esfera pública y las mujeres.