1845 Alejandro Dumas escribe una novela, “La reina Margot”. Ella es bellísima y tiene una tendencia desmesurada a restregarse por la columnas de palacio mientras clama su necesidad de hombres, esta noche, necesito un hombre, y quien no… ella es puro deseo desparramado, un deseo que se focalizará en La Mâle, pese a ser su amante el Duque de Guisa y su esposo el alitoso Enrique IV. La Mâle será cepillado por la soberana en su misma noche de bodas en un rincón oscuro de un París pestilente de 1572. Luego, el mismo, y casi muerto en la cruenta noche de San Bartolomé de ese mismo año (6.000 hugonotes murieron, adultos, ancianos, niños…) caerá mal herido en brazos de la misma Margot, quien, tras curarle y verle escapar comienza a sollozar y a restregarse, una vez más, y a suspirar y a hacer todo eso que, por lo visto, tanto nos gusta hacer a las mujeres… luego rencuentro, amor y decapitación final, de él claro, no de ella. Un dramón como ven.

Nada se dice de su afición a los libros, nada de sus textos, nada de su afilada lengua, de su ingenio, de su protocolario respeto a Catalina de Medicis, su madre, de las formas de la corte. Nada. Todo se reduce a una belleza imposible, de revista ELLE con toques de Philadelphia de Kraft a lo lascivo. Intenso pelo negro y ojos azules, cutis blanquecino y vestido, sistemáticamente, a medio poner.

¿Por qué se construye una belleza de Top Model, por qué una hembra de cerebro más bien caprichoso y tontuno?¿Por qué no se respetan sus memorias, auténtico documento de la vida en el París de finales del XVI?, ¿Por qué se sigue tergiversando la verdadera naturaleza de personajes históricos perfectamente documentados?

Generar a un imaginario popular distorsionado y asfixiante con el objetivo de vender muchos libros, o muchas pelí­culas o mucho de lo que sea y generar esa miserización de la mujer, esa con la que convivimos con tanta soltura que seguimos, una y otra vez, una y otra vez, llorando y desparramándonos por los amores perdidos, amores que antes o después, y siempre, habrán de ser decapitados.. ¿o no?