Ha pasado ya mucho tiempo. Mucho.

Pero aun recuerdo un pliego de papel que tomé en el que volqué todos los avatares, reducidos a datos, claro está, de la atribulada vida de Else Plötz, que luego fue Else Endell, que luego sería, Else Greve, para convertirse, en un increíblemente lógico, salto mortal en la ilustre Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven. Aun recuerdo ese pliego porque estuvo molestando, o no, en mi casa de Murcia, durante años y años. Luego me dio por los papelitos, y los iba acumulando, en ellos volcaba citas, ideas, autores ocupados del tema, palabras, rumores e intuiciones, todas ellas referidas, como no podía ser menos, a EvFL, porque EvFL era, ha sido, y sigue siendo, una auténtica obsesión en mi vida.

Luego escribí­ una tesis doctoral, con un tí­tulo demasiado larguí­simo para no sentir una espeluznante pereza tan solo de pensar en volver a  escribirla. Luego rearmé, con ideas de la tesis y el capí­tulo de la Baronesa algo que podrí­a ser, tal vez, un libro. Luego ese tal vez libro llegó a manos de pepitas de calabaza porque el señor Claramonte lo envió. Luego espere, y al final ese tal vez libro regreso a mi ordenador en su latente y posible estado.

El final de la historia se llama Antonio Dí­az, querido amigo, y se llama   Dí­az & Pons, inminente editorial exquisita y jovencí­sima, ternesca en otro sentido, que recibio esa posibilidad de libro. Y ete acá que les gustó, aunque no iba destinado a ellos. Y los Dí­az&Pons, que son dos, dijeron que si, y Antonio me lo corrigió con un primor y una pormenorización dignas de los editores de entonces.

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Y el jueves por fin me voy, lejos del ruido, a donde nadie pueda encontrarme para re-escribir en tedesco ambiente un librito en tedesco, que no teutónico, estado de estar en el mundo. Con aire fresco y ciertas cárnicas licencias.

(seguiremos informando)