Carolyn Loungee rastrea en “Paradis des Femmes” la corriente feminista y la antifeminista que convivirán en la Francia diecisiete. Quiere saber el por qué del auge de los exaltados debates, los reclamos de discusión y las opiniones enfrentadas en torno a una postura y la otra. La segunda corriente abogará por la creación de una mujer optimizada para el matrimonio. Para la nobleza de espada, máxima garante de la primera corriente, el amor y el matrimonio nada tendrí­an que ver, por tanto nada tampoco tenía que decir o hacer una perfecta esposa, madre y cuidadora del hogar. Para la nueva nobleza de toga mucho. Curiosamente gran parte de la exaltación en contra, o en torno, al role de la mujer y en torno a su misma naturaleza recaerá en las preciosas.

Los feministas y anti feministas de tal siglo estarán en desacuerdo en torno a tres cuestiones básicas:
1. Los anti feministas seguirán la tradición católica que veí­a a las mujeres como serse sin criterio e imposibles de ser educados. Las feministas clamaban por el derecho a ser educadas como seres humanos.
2. Los feministas defenderán la tradicional distinción aristocrática entre el amor y el matrimonio. Abogando por matrimonios de interés y desaconsejando el role femenino como buena madre y esposa, evitando en suma el valor “de utilidad domestica” que se le irá exigiendo a la mujer. Los anti feministas considerarán que la nobleza de espada sería mucho menos amenazante si cambiasen sus criterios en torno al matrimonio y la prole.
3. Los feministas aprobarán, y los anti feministas no, la incorporación de nuevas clases sociales en el grupo de los nobles de espada, tanto si tal incorporación se llevaba a término por ennoblecimiento legal, por alianzas, o por la asiduidad de la aparición pública en los salones.

Las preciosas, quienes dominaran los salones en el siglo XVII, serán una Mujeres Ilustres Hypergamous. Serán, siempre, hijas de nobles de toga y esposas de nobles de espada. Una curiosidad que indaga concienzudamente Loungee. Los nobles de toga serán aquellos que, habiéndose enriquecido por medios nada nada nobles, por negocios, comercio y demás actividades faltas absolutamente de gusto y delicadeza, habían podido, pese a la ordinariez de sus fortunas, adquirir en la corte un tí­tulo que los posicionase a la altura de aquellos que no habiendo hecho nada durante toda su vida, pero nada en absoluto, tenían, por honor de casta, el derecho a permanecer en los puestos más destacados de la pirámide social.

Luis XIV, que siempre necesitó dinero, aconsejado por su fiel Mazarino, abrirá las puertas de su gran palacio de Versailles a todos aquellos con una fortuna lo suficientemente grande como para soportar los gastos que necesitará el mantenimiento de su nuevo “petigrí­”. La cuestión interesante es que estos nuevos nobles si podrán, según los códigos de conducta cortesanos, seguir enriqueciéndose con sus actividades ordinarias (de ordinariez no de cotidianidad), fuesen estás las que fuesen. Por el contrario, los nobles de espada, pertenecientes a familias nobles de toda la vida, como quien dice, no podrán, por los códigos de honor, enriquecerse de modo alguno, nobleza obliga ya se sabe.

La conclusión de este paradójico mundo es que la nobleza de espada se irá empobreciendo pues también habrán de gastar de modo ingente para mantenerse a la altura de su estatus social. Tan sólo la mano, cuasi sagrada, de Luís XIV podrá salvar a alguna que otra familia de la ruina absoluta, familia que, obviamente, habrá de rendirle pleitesí­a y comportarse según su caprichoso criterio.

Y es aquí­ donde surgen estas preciosidades, estas damas hí­bridas de padres nobles de toga, y esposos nobles de espada. Y esta condición es la que las posiciona en un discurso más libre pues poseen lo que todos quieren poseer, dinero y pedigrí­. Curiosamente estás preciosas se esmerarán muy mucho en cultivarse, un esmero este que no será nada bien visto por la corriente anti femisnista y que acabará, como ya sabemos todas, abortado desde la base.

Loungee se pregunta, centra su discurso, en torno a la opción de las alianzas, hasta qué punto, se preguntará, se llevarán a acabo estas alianzas a las que los anti feministas se opondrán. Carolyn hará un estudio estadí­stico en el que iguala lo que ella misma llama “mujeres ilustres” a las “preciosas”. Como ya hemos visto los esposos de estas damas ocuparán unas posiciones más prestigiosas, los padres tendrán unas posiciones más “ordinarias”. En conclusión, las damas serán hypergamous; los maridos tendrán una más alta posición social que los padres.

Pero, al cabo, ¿cuáles serán las causas de este vociferado antifeminismo de finales de siglo? Dos causas encuentra Loungee, ninguna de las cuales, por si sola, pudo haber provocado tan enardecido debate. Una será su condición Hypergamous Ilustrious Women, pero no por la condición en sí­, condición que no era ni mucho menos nueva, sino por su lugar que, además, ocuparán en el terreno de lo público como lí­deres de los salones. Al ostentar está posición ellas estaban consiguiendo el estatus destinado a la nobleza de espada por lo que Loungee llamará “mecanismos de adaptación socio-cultural”, mecanismo que se llevará a término precisamente en el salón. Así­ pues la chispa saltará por ser las preciosas no sólo hypergamous sino también lí­deres de los salones en la esfera pública. Pese a la lucidez de la propuesta, se queja Ketz, Loungee no explora como está combinación dará lugar a la ola de anti feminismo.

Así­ pues, y para aclarar el entuerto habremos de investigar los salones en mayor profundidad. ¿Qué pasaba allí­? ¿Quién podía o no podía entrar? ¿Cómo se adaptarán los códigos de sociabilidad cortesana a un medio que se querí­a contrario precisamente a la corte? ¿Cómo se establecerán los mecanismos que igualen, al menos en teatralidad, a los allí­ presentes (siendo estos de variados géneros y orí­genes)? ¿Cómo permeará a la más generalizada sociedad lo que allí­ se discutía? ¿Podemos establecer una correlación entre el modo de vida cotidiano de los escritores asistentes – gasto de ocio, ocupación, origen social- y su posición ideológica en los debates?