LA FOTO, LAS FOTOS, HOY NO QUIEREN SUBIR.

ASÍ QUE, QUERIDOS AMIGOS, LO SIENTO PERO IMAGINEN LAS ILUSTRACIONES PUES HOY NO ES POSIBLE, POR PROBLEMAS TÉCNICOS ESPERO QUE TRANSITORIOS, SUBIR NI UNA FOTO, TAMPOCO ES POSIBLE ENCONTRAR NADA, EN FIN QUE ESTO HOY ES UN DESASTRE, NO OBSTANTE TENGO GANAS DE ESCRIBIR UN POQUITO, MUY POQUITO, PERO ALGO.

Salí­ al rellano de nuestra casa. Nuestra casa, que mañana ya dejara de serlo está en la Lewis Avenue de Brooklyn, en el número 430. Nuestro barrio es un barrio afro americano en el que poco nos hemos paseado. residencial y sereno. Todos son afros, algún latino despistado, pero pocos, aunque son con esos pocos con los que hablamos. el de l atienda de urgencia un poco más arriba de la avenida y el del bar donde un día tomamos una cerveza. en general nuestro contacto con el barrio ha sido breve, a excepción de la primera compra en el supermercado y la colada que hice en una washing de esas tí­picas de máquinas enormes, máquinas que negulleron literalmente mi coladita que quedó de pitufilla ante los kilos y kilos de tela que llenaban las máquinas vecinas.

el otro día leí­a no se donde que las ciudades ya no existen. que no son más que remedos de imaginario y memoria colectiva. Que ya hoy estar en una ciudad, es como revivir o visto que ya no está. creo que parte de la magia de NY es que se trata del lugar del mundo más ampliamente documentado con más historias de callejones, hoteles lujosos, apartamentos casual, buhardillas bohemias, grandes coches, ropas escandalosas, diseños de alta costura, fiestas interminables… en fin, que NY ha creado en el cerebro de todos los que creemos habernos criado en el occidente civilizado más imágenes e imaginario que ninguna otra. Uno camina por Nueva York y camina por su vida toda hecha de retazos de imágenes y pelí­culas y músicas.

Manhattan ya no existe. Manhattan es un lugar extraño, como un barco gigante, de lí­mites precisos. Al este el East River, al oeste el Hudson. Dos puentes, o tres, no se si al Bronx se accede también por un puente, separan a la inmensa embarcación del continente, ví­a Brooklyn y Queens a un lado y ví­a Bronx arriba. En Manhattan uno siempre ve el final de las avenidas, mira  aun lado y mira a otro y una imantante perspectiva le dice a uno donde están los lí­mites precisos de un territorio que ya no es. Ya no es el lugar de los inmensos almacenes llenos de licores de contrabando que el cine negro retrato tan bien, ya no es el de la sutil elegancia de Audrey Hepburn, ya no es el de la vida canallesca de los 70, no existe eso que sale en Blank City,

Manhattan ya no tiene papeles volando, graffittis por ahí, tampoco hay gente extraordinaria, no es el wild west, ni muchí­simo menos. En Manhattan uno se harta y encanta de la sonrisa profesional. Las vidas ya no creo que sean “cinematic”. En Manhattan todo lo han copado las corporaciones. Sean estas tiendas de todo tipo, museos que recrean la vida de los inmigrantes a principios de siglo, universidades que parecen ciudadelas. Aqui todo fluye, los días pasan felices, pero nada extraordinario pasa, no nos hemos cruzado nadie, que yo haya reparado al menos, con una extraordinaria elegancia y cadente paso, con un sombrero sobrecogedor y un perrito en la mano enguantada de seda negra. No, como mucho, la otra noche, perdidas y hambrientas por la altura de la quinta avenida vecina al Central Park, la altura que alberga el impresionante edificio del Guggenheim, desesperamos buscando un lugar donde comer o beber y nada encontramos. No pensé en hogares de diseños cincuentones, hogares de pijama para dos o abajo el amor, bellos y amplios, con whiskys y swing. No, pensaba en hogares preparando pollo asado y mirando inmensas pantallas planas, con pantuflas. Hogares carí­simos de millonarios faltos ya de glamour o quizá democratizados hasta el más soberbio aburrimiento. No he visto a nadie con pinta de ganster, al menos no por el Lower East Side, y tampoco por Chelsea. en Chelsea he visto galerí­as capaces de albergar un Richard serra, Y otras galerí­as, Paula Cooper, la mí­tica, con Sophie Calle operada de la nariz los pómulos y los labios. A Basquiat se lo trago el museo y no quedo ni una pared por repintar. Uno de los cartelitos más recurrentes aquí­ es el de WET PAINTING. cada dos por tres re pintan el subway, y las columnas de hierro y los colores planos. Nada está descontrolado. Nada. Y es agradable, pero coarta la imaginación. (cuando consiga poder subir fotos ilustrare todo esto)

Ayer vi una expo que ilustra mucho esto que digo, era esta: Rituals of Rented Island: Object Theater, Loft Performance, and the New Psychodrama Manhattan, 1970–1980

Ya me meter a contarla con detenimiento, estaba muy bien organizada, documentada y sobretodo ilustrada. Me encantó. Luego busqué por acá y por allá artículos sobre la misma, encontré este de Hollan Cotter en el que, sin el siquiera saberlo, nombra con las exactas palabras en su idioma, el inglés, lo que sucede en Nueva York. Contrasta la vitalidad de esta documentación sobre la escena underground de los 70 con la pulida imagen del macro festival de performances, perfora 13, que ahorita mismo está teniendo lugar en esta misma ciudad. Transcribo tal cual:

With the end of daylight saving time this weekend, we”ll set our clocks back an hour. But
already in New York this fall, American art has been set back 40 years. It’s the early
1970s again, with abstract painting and performance art the fashionable modes.

Abstraction circa 1973 was, at its best, a modestly venturesome update on earlier models.
Much of the new painting seen in Manhattan this fall doesn’t rise so high. It’s mostly a skilled but moribund rehash. Four decades ago, performance art was an alternative to painting. It was funky and clunky, beyond modernism, or maybe perversely beneath it, meant to reflect a world in which materials were transient, models useless, values shifty.

A lot of recent performance art in New York, particularly that in the biennial festival Performa, has had almost the opposite properties: It’s polished, packaged, pricey,
museum-ready.
We”ll be getting a broad look at exactly how it’s developing over the next few weeks:
Performa 13, the festival’s fifth iteration, officially kicks off on Friday and will run for almost a month. Meanwhile, we can travel back to the performance art’s beginnings in a scrappy but absorbing archival exhibition, “Rituals of Rented Island: Object Theater, Loft Performance, and the New Psychodrama Manhattan, 1970-1980″ at the Whitney
Museum of American Art.

Y adjunto aqui abajo: (como para variar tampoco puedo subir pdf’s lo linkeo)
Nothing to Spend, Nothing to Lose
By HOLLAND COTTER,

EN FIN QUIZÁ ESO

quizá solo nos quede viajar hacia atrás y recrear en nuestro imaginario ea ciudad que ya ha dejado de ser pero que nosotros desearíamos siguiera siendo!!!!…. el lejano oeste en el más puro este de los estados unidos de maerica

Por cierto:

Si ven algo, sospechan algo, intuyen algo no duden en llamarnos!!!
(ilustración en breves)

y lo dicho:

A SKILL MORIBUND REHASH
UN REFRITO MORIBUNDO HECHO CON MUCHA DESTREZA DE OFICIO

DE LO FUNKY Y CLUNKY, TRANSIENT, USELESS, VALUE SHIFTING
A LO
POLISHED PACKAGED, PRICEY, MUSEUM-READY

LAS CORPORACIONES SON ASÍ

(continuará)